Tentaciones


Programa emitido el 21/10/2009

Restaurant
Don Carmelo es un restaurante que me recomendó mi jefe para llevar a una chica en la segunda cita. La primera sólo fue para conocernos en lo superficial y de ese encuentro le robé algunos gustos. Sabía que la seducían los detalles y a partir de eso monté el numerito.
La llamé al trabajo y le dije que la brisa de la mañana me hizo acordar a ella por su frescura y naturalidad. Se echó a reír cómplice. Y ahí sumé un punto.
Cuando llegó a su casa, en el buzón le había dejado una tarjeta que tenía la imagen de dos cachorritos con los hocicos enfrentados y una frase que decía “esta noche la vamos a pasar genial!”. Supe que había recibido la tarjeta porque me llamó casi al instante y me dijo que la estaba tentando…!!
El día iba mejorando y ya veía un final espectacular!
Me vestí para pasarla a buscar. En la solapa del saco me puse un prendedor con forma de clave de sol. Le había encantado mi devoción por la música, y ese detalle no se me tenía que escapar.
Toqué bocina y no tardó en salir. Estaba espléndida! Toda vestida de rojo con algunos detalles en negro como un collar y su cartera… y sus ojos. El perfume era una mezcla de chocolate y algo cítrico… si! Era tal lo que le había contado: mis colores favoritos y el chocolate con naranja, mi manjar! Impactante! Se me hizo agua la boca! Era el pecado personificado. Me obligué a salir del shock y le abrí la puerta del auto.
Fuimos al restaurante y aun no salía de mi asombro. Verla y sentir su perfume me abría el apetito. El menú era realmente acorde a esa noche ideal. Con sus canapés de crema de almendras como pequeñas cortesías, su copa de champagne, unos mejillones al curry rojo con pan de ajo de entrada. Como plato principal, una pierna de pato confitada acompañada de pera salteada y champignon con salsa de moras azules. Un exquisito malbec rosado nos hizo reír y eso a ella la hizo más tentadora.
Pero cuando fuimos a pedir el postre se escuchó una serie de ruidos y de repente salió corriendo un hombre por la puerta de la cocina. Detrás de él dos policías trataban de darle alcance, hasta que uno de ellos abrió fuego y el hombre cayó herido.
Todos en el restaurante no dábamos crédito a lo que veíamos. Tímidamente me acerqué a uno de los policías y le pregunté que había hecho al que le habían disparado. Me contestó: “lo venimos persiguiendo desde hace años. No puede contenerse. Ve un local de teléfonos, tiene que robar uno. Ve una perfumería, tiene que robarse un perfume. Nada específico. Robar es una tentación para él. Y así le fue… así que, pibe, tené cuidado. La tentación puede matarte…”
Acto seguido, pedí la cuenta, llevé a la chica a su casa… y nunca mas volví a verla. (Diego Diebra - 2009)

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